Hipólito Alvarado (Ecuador, 1929)
alrededor de los ojos de ella
hoy he vuelto a ver unos ojos
desde nunca siempre vistos
desde tres esquinas de tiempo de trompo
desgirando hacia atrás su propia espiral
en otros ojos más pequeños
que atisban desde adentro
la tarde de niños y de pájaros
jugando en el portal las bolas oo o oo
bajando
una
escalera
ojos vueltos en el aire para arriba
tragaluz
desde el fondo del cielo para abajo
las nubes
su cabeza el pelo
cascaditas negras en los hombros
y en el charco de agua al final de la escalera
su cabeza
mi cabeza encima de sus hombros
reflejadas contra el piso
interminable caracol de sus pies para abajo
de mis pies para arriba
sus ojos se topan disculpe
oh no mía es la culpa estaba en el cielo
contemplando unos ojos
ella apagó su sonrisa
escondió sus ojos
y se fueron de largos sus cascadas negras
remansadas en la espalda
y se acabaron para mí las gradas
hasta olvidé donde iba
sólo sentía que iba bajando lentamente en un túnel
al otro tiempo más abajo
ella desde las gradas del jol me esperaba
nos miramos un chispazo de luz
otro chispazo de más luz
y devolvió los ojos a sus amigas
conversa sonríe
habla voltea y mira
y yo espero en suspenso su mirada
descubro en silencio el fino vuelo del mensaje de sus ojosç
de sus manos y de sus dedos
de su anillo
desde entonces han volado
muchas tardes de soles abatidos
muchas noches de lunas desgastadas
cuántas cosas han pasado desde entonces
hasta lluvias y relámpagos
despistados del invierno
algunas veces la veía en el bar
o simplemente caminando
en la vereda del parque del tránsito aéreo
muy de su marido colgado del brazo
escondiendo en los repliegues de la blusa
sus tres meses de espiga para adentro
alguna vez en el parque centenario
muy de mamá inaugurando el cochecito
an gú
an gú
an gú
mírale tiene los ojitos de ella
escamitas verdes en fondo de plata marina
profundos
alegres
inquietos y hoy la he vuelto a ver
desde una noche de verano temblorosa de frío
sol escondido detrás de sus ojos
delante del cristal oscuro
mirándome
mientras habla por teléfono
hola
yo estoy detrás de esa mole con figura de hombre
sentada delante de mis ojos
número equivocado señor
sabes te amo desde la escalera de entonces
número equivocado señor
sabes
oh dios están cruzadas las líneas
te amo desde el portal de la esquina
tú parada en las gradas mirándome
qué dice
que te amo desde la esquina de siempre
nunca
imposible soy casada
olvídelo
clip
y a mí que me importa carajo
yo sólo sé que te amo y eso basta
Pedro Lastra (Chile, 1932)
Relectura de Enrique Lihn
Porque escribí estoy vivo.
E. L.
Pero yo que no escribo,
yo que casi no tengo ya palabra,
Enrique Lihn, amigo de los mejores días
(esos que no llegaron)
qué puedo hacer por fin
para encontrar el reino que sólo el sueño crea
con la palabra que no estuvo en el sueño:
los pájaros de antaño
o una muchacha junto al jazminero
en el centro del patio, si es que hubo ese patio
y no lo inventa el otro que soy al regresar cada mañana
mi enemigo mortal, el que habita en mi casa,
el que niega y se burla
de mis pequeñas trampas de tahúr obstinado
o de aspirante al cetro de los justos,
si es que hay justicia y justos
y diluvios, con su inmortal paloma
y todo eso.
Antonio Santos Menor (España, 1943)
Vivir
Hay que gastar la vida
hasta dejarla rota,
colgarla de nosotros
como una simple prenda
y no aflojarla nunca,
aunque la moje el agua
de todas las tormentas
o las cuartee la furia
de todas las resacas.
Hay que gastar la vida
hasta volverla hilachas
y dance nuestro cuerpo
riéndole a la muerte.
Hay que gastar la vida
hasta dejarla quieta
como una leña ardida
que expira toda enclenque.
Hay que gastar la vida,
gastala a manos llenas
para que cuando llegue
la muerte a darnos guerra
no encuentre ni un resquicio
de nada para ella.
Ralph Nazareth (India, 1945)
Indio Puro
La pureza es lo que la pureza hace.
Por lo demás todo es mezcla
en los puertos en el cruce de los ríos.
Confusión de sinapsis
Enzimas mezcladas como saliva
son intercambiada entre lasrazas.
El esperma y el ovulo se mezclan
en el sueño amniótico sin importar los colores.
La pureza es lo que la muerte hace
mientras descansa en un estado sin división.
Hasta los enemigos jurados vienen
atraer coronas de flores
aunque algunos de los capullos dejen escapar
la sangre de tu clan.
Es con cierta dificultad
que digo estas palabras:
Soy indio
y deseo ser visto como tal
compuesto y descompuesto
en el encuentro y la partida de los mundos.
Juan Manuel Roca (Colombia, 1946)
Confesión de un solitario
Llevo años, buenos años, viviendo con Nadie.
Sin darme cuenta, sin hacer esfuerzos,
Me acostumbré a las costumbres de Nadie.
A punto de demandar mi atención
Ocurre que siempre se arrepiente. Quizá lo hace
Para no entrar de rondón en mis silencios.
De las lenguas de Babel
Nadie elige un habla cautelosa.
Ni siquiera cuando tropiezo y maldigo
Da muestras de sorpresa o de disgusto.
Que yo encienda la lámpara del desvelo
O entone una antigua canción en la alborada
No es motivo de molestias para Nadie.
No hace preguntas cuando regreso de viaje,
De una ciudad cuyas calles nunca desembocan
O de un crucero por las provincias del mangle.
Llevarle flores a Nadie es darle hojas al otoño,
Pues ha hecho del silencio su jardín.
Rémy Durand (Venezuela, 1946)
El hombre que llora
a G.R.
el hombre que lloraba
El hombre que llora
viste flores negras filigranas amargas
ya no tiene nombre
me llamo nadie dice
no sabe cómo se llama
no sé cómo me llamo
qué importa
olvidó quién es
¿quién soy?dice
quizás el tío ese que cruza la calle
sin brazos sin mirada
El hombre que llora
ya no puede respirar
¡aire por favor aire!dice
ni caminar tampoco andar
en su camino yacen vasijas sucias
prendas tiradas y desgarradas
vestuarios arrugados trajes sin baile
camisas manchadas con palabras vacías
un continente entero echado al suelo
floración sedientaesperanzas marchitadas
El hombre que llora
tiene ganas para nada
no quiere vestirse
¡ay! otra vez afeitarme mirarme los huesos en el espejo
los ojos sin niña mis ojos exánimes
otra vez vestirmequé putada la guerra y esos amores fantoches
qué jilipollada la San Valentín
sólo quiere vagabundear desnudo el hombre que llora
por los caminos del infierno
dices que me amas pero te vas
dices que me quieres pero no vienes
anda amor mío celestial amor bienaventurado
anda brindemos con champagne para homenajear
¡tú no te quedas y no te vas!
brindemos con champagne en ese magno día de mi cesantía
litros de champagne amor mío gloriosa deliciosa
pues me jubilas me parasme invitas a reventar
sí mi damami señorita mi señora
quédate no vengas quédate hermosa
lo sé todo eres la bella permanciente
y aquí yacen los pedazos
de tu flamante amante efímero
el que ambicionas miga de tus migajas
resíduoanda
llámame Resíduo me llamo Resíduo
un paso pa’lante dos pasos pa’trás
El hombre que llora
anda descalzo por el viento
ahí donde nadie le habla
ahí donde nadie le pregunta
¡ay! ¿cómo estás? ¿cómo andas? ¿qué te ha pasado?
pareces tristey atónito y pálido
donde nadie le habla
nadie le pregunta
¡ay! ¿cómo estás? ¿cómo andas? ¿qué te ha pasado?
El hombre que llora
piensa
llevo viento mudo
cargo nieves infieles
transbordo arenas mentirosas
me engalano con huellas y surcos
reliquiasde amores rotos¿y qué?
¿Y qué?
El hombre que llora
ya no come ya no bebe
ya no escribe sino el poema
el poema del hombre que llora
el poema del hombre que llora
y esta jodida carta de amor.
Fernando Rendón (Colombia, 1951)
Sueño que estoy soñando
Tú estás en mi sueño con tus ojos llenos de amor
Este sueño es persistente y denso
Y lo envuelve todo ondulando como el mar
Sueño que estamos abrazados al mar y que decimos disparates
Este sueño tiene propiedades específicas
Puede estirarse y no debe terminar
De los soñadores depende que sueñen los muchos que no sueñan
Sólo puede uno despertar y amar en un día abierto sin dejar de soñar
Vivir contra la muerte y luchar en duermevela
Atrayendo como un imán al tiempo que vendrá
En mi sueño la serena existencia es más real
Es preciso dar nervio a este sueño en borbotones
Porque un sueño frágil no merece soñarse
Es preciso que nos desvelemos muchas noches soñando
Mejor un sueño sin orillas en que el mundo cambia y se libera
Cada segundo una oleada del sueño
Que encara a la realidad y derriba a la muerte
Y nos vemos a nosotros mismos viviendo por primera vez
Fernando J. Elizondo-Garza (México, 1954)
Trágatelo
Trágate toda esta vida
disfruta el exterminar
probabilidades de ser
en un destino no escrito
pero que ha pasado
de generación en generación
entre privacidades
y felicidades.
Traga sin aspavientos
que no te den asco
esos registros genéticos,
que aunque fugazmente
te llenarán, pasarán
pues nada queda
más que el recuerdo.
Trágate las esperanzas
improbables de existir
en esa liberación
lúdica y gozosa
que exprimiste
de tu señor
tómate todo el flujo
y cierra el rito.
Mercedes Roffé (Argentina, 1954)
El encuentro
si me esperas
te diré
quién eres
—ábreme
no estoy del todo
muerta
soy tú
Cely Herrán (Colombia, 1957)
Escribiente
En el amanecer está el poema,
en tus ojos y risa, va la rima,
en las gotas de lluvia desgarradas,
las metáforas mojan mis premuras.
En el cielo y el mar vuelan las prisas,
en el sol y en el árbol, las medidas,
en el atardecer fluyen los días
y los versos se escapan de la lira.
Respiro versos mientras canta el orbe
y mi sangre se vuelve melodía.
Soy un ave maltrecha y bendecida,
un pequeño escribiente de la vida.
Rafael Courtoisie (Uruguay 1958)
El amor de los locos
Un loco es alguien que está desnudo de la mente. Se ha despojado de sus ropas invisibles, de esas que hacen que la realidad se vele y se desvíe. Los locos tienen esa impudicia que deviene fragilidad y, en ocasiones, belleza. Andan solos, como cualquier desnudo, y con frecuencia también hablan solos ("Quien habla solo espera hablar con Dios un día").
Más difícil que abrigar un cuerpo desnudo es abrigar un pensamiento. Los locos tienen pensamientos que tiritan, pensamientos óseos, duros como la piedra en torno a la que dan vueltas, como si se mantuvieran atados a ella por una cadena de hierro de ideas.
El cerebro de un pájaro no pesa más que algunos gramos, y la parte que modula el canto es de un tamaño mucho menor que una cabeza de alfiler, un infinitésimo trocillo de tejido, de materia biológica que, con cierto aburrimiento, los sabios escrutan al microscopio para descifrar de qué manera, en tan exiguo retazo, está escrita la partitura.
Pero desde mucho antes, y sin necesidad de microscopio ni de tinciones, el loco sabe que el canto del pájaro es inmenso y pesado, plomo puro que taladra huesos, que se mete en el sueño, que desfonda cualquier techo y no hay cemento ni viga que pueda sostener su hartura, su tamaño posible. Por eso algunos locos despiertan antes de que amanezca y se tapan los oídos con su propia voz, con voces que sudan de adentro, de la cabeza.
Los pensamientos del loco son carne viva, carne sin piel. En el desierto del pensamiento del loco el pájaro es un sol implacable. El canto cae como una luz y un calor que le picara al loco en la carne misma de la desnudez.
Pero la desnudez del loco es íntima: de tanto exhibirla queda dentro. Es condición interior, pasa desapercibida a las legiones de cuerdos cuya ánima está cubierta por completo de tela basta, gruesa, trenzada por hilos de la costumbre.
El único instrumento posible para el loco, para defender su desnudez, es el amor. El amor de los locos es una vestimenta transparente. Esos ojos vidriosos, ese hilo ambarino que orinan por las noches, ese fragor y ese sentimiento copioso y múltiple que no alteran las benzodiazepinas, que no disminuye el Valium, permanecen intactos en el loco por arte del amor.
Es un martillo, y una cuchara, y un punzón. Es todo menos un vestido, no cubre sino que atraviesa, no mitiga sino que exalta. El amor de los locos tiene una textura, un porte y una sustancia.
La sustancia se parece al vidrio, pero es el vidrio de una botella rota.
Galo Guerrero Jiménez (Loja, 1959)
Esperando a alguien
Desde la profunda oquedad del tiempo
me consumen tus noches de miel
en cada estación de la vida.
Yrene Santos (República Dominicana, 1963)
Rejuego
Un rejuego
una reacción
muere tu lengua al tocarme
se dilata la tinta del deseo
calcinando los cinco puntos de tu cara
Risas
silencios
resuenan en el oído izquierdo de la alcoba.
Ramiro Caiza (Machachi, 1963)
Despertar
Desplomado yace el pensamiento
entre pasajes deshabitados que dilatan
la conjunción de las voces que den vida
al timonel de palabras emergentes
irradia el engendro en mil formas
parpadean vestigios de vocablos rotos
que musitan configurar la lengua
en un compendio de trasnochadas voces
un fino susurro golpea en la mente
perfora las barreras con sigilo menguante
suelta las severas riendas a tiempo
la lectura del día se levanta temprano.
Marianela Medrano (República Dominicana, 1964)
De Brujas y Mariposas
Está bien
Sentémonos a definir
Pitágoras creía en la reencarnación
-yo creo en él-
Entonces él es el gusano azul de las calladas tardes
que se enreda en mi falda
muerde la pulpa suave
Créanmelo es el que viene a mi convertido en gusano
¿Y yo?
Soy la voz de donde comienzan a salir los pájaros
-antes fui callada mariposa deformada en las paredes-
Posterior a eso fui dragón que sorbió su propio fuego
Cómo me gocé las llamas
En el espejo de las brasas encontré la clave
la que olvidó Dios cuando hizo el mundo
(debo decir cuando el mundo lo hizo a él)
Pobrecito anda ciego buscándose el rostro
No nos perdamos Volvamos a la rueda
En otro punto
Cabizbaja asintiendo
Ocupé una silla en la conferencia de los apóstoles
Aves de presagios comenzaron a revolotear en el techo
Ciérrense ojos
ábranse piernas
el silencio se derrama entre las bocas
salpicando almohadas de piedra
Dije mujer
y todos los rostros se volvieron
las espadas se hundieron hasta quebrar mi cerviz
Bajaron en trocitos las hijas del amor
las hermanas
-las hermosas calaveras de las novias con ramos de azahares-
Vuelvo el rostro hacia esta parte
Los clavos comienzan a salir
Ah…porque soy Cristo
¿Entienden ahora el misterio de su ruego en la cruz?
¿Padre por qué me has abandonado?
Y me volvió a nacer a este dolor de vida
a esta hambre a esta sed que no se sacia
Esta vez con un armazón de piano
El circulo del piano el anillo de la música
-la orgía mayor de los ángeles entre mis piernas-
Sentadita en las sombras brindé
con el néctar de mi propia sangre
sangre de madera ésta que duele
Pasado un tiempo el teclado tomó mudez de estatua
Entonces fue preciso hacerme yo
El circulo hecho por mi
el del timón el de las batallas crudas
y los oleajes que matan
Ay la batalla de los campos fríos
la lucha del sol y de la luna
A esta ceremonia vinieron los jueces
Con risitas de medio lado
Ya saben los sabios los triunfadores
Me negué a ser el astro y escupí sus caras
-Fue como pasar la caricia sobre jardín de espinas-
Desnuda me echaron de nuevo al fuego
Vengan a la fiesta de la bruja
la que come lagartos para asustar imbéciles
fermenta astros de visión para gozarse
relamiéndose los labios
La de la boca de fresas y saliva agria
que conocer el arte de la muerte
La que a pincelazos de insomnio abre una ruta
Animando con canciones el aquelarre
Fiesta de lluvias truenos y relámpagos
Radiografiando su praxis
-reinvención del mundo mundo
mundo de ojos que no se cierran
de brazos abarrotando calles
Es posible una generación de locos
que coman mariposas silabeen ruiseñores
inventando el modo de engendrar el sol y la luna
La reestructuración integral del universo
en ella la semilla del nuevo ser que sobreviva a la luz.
Mariana Vacs (Argentina, 1967)
Sirena
Dentro del cenote,
tu cuerpo es sirena y canta.
Escucho tus melodías de infancia,
no es desaire mi mudez,
es que el aire hace rondas en la memoria
y me estaca
Tergel Khulganai (Mongolia, 1971)
Naturaleza humana
Enfocarte solo en tu propia imagen
En una foto en companía
Amarla solo, cuando tu propia imagen parece perfecta
No importa si los otros parecen bizcos
La imagen es perfectamientras tu propia imagen lo sea
Así es la naturaleza humana
Haces un brindis y la pasas bien
Tu amigo a tu lado paga la cuenta
Tú disfrutas en silencio esa alegría aquel momento
Secretamente tocando
Tus bolsillos con billetes sin pagar
Feliz más alla de ti mismo por
Tener fiesta gratuita
La naturaleza universal
de nosotros los humanos…
Alguien es miserable, violentado y herido
Busca de ti como consuelo solo tenerte para
Dejar un consejo sin importancia para ignorarlo todo
Pero, cuando llega a casa
Todos tus cabellos de punta
Aparentemente porque tus problemas son lo peor
Es extrana la naturaleza humana
Oh, negro; gris, blanco y rojo
Tantos notables colores de la naturaleza humana
Algo que no puede ser tocado, tomado o suavizado
Tal es la naturaleza humana…
oh, la naturaleza de los hombres.
Diana Araujo Pereira (Brasil, 1972)
De Otras palabras/Outras palavras (RJ: 7Letras, 2008)
Extenderse a otros cuerpos, a otras almas, a otros corazones. En la completud añorada de formar mapas humanos, geografías armónicas, complicidad renombrada. Nombrarse al nombrar al otro, éste que tanta falta nos hace en la escala estrepitosa de vivir en el aire. Estirarse en otros para completar la frase, para hacerse sentido y sintaxis humana. Lo humano es salirse para los nombres ajenos, para configurarse un poco más a cada paso. Embeberse en otras letras y sonidos.
Tocar al otro, olerlo, vaciarse y volver a llenarse en la amistad o el odio. Signos contrarios de la misma e intrínseca necesidad angustiante. Odiar al otro es odiarse a si mismo por la incapacidad de ser entero.
Sonreír la sonrisa ajena, llorar sus mismas lágrimas: grados de composición de un poema común.
Amar al otro es la máxima poesía.
Carolina Zamudio (Argentina, 1973)
Mis muertos
Llevo mis muertos vivos en mí.
Vienen de mañana a extasiarse en mi mano
cuando acarician luminosos
las frentes de mis hijas. Uno mira al espejo
en mis ojos
de un pardo más ocre que verdoso
asomando enigmático por los párpados caídos
de otro muerto que vive en mí
hasta que la muerte nos separe.
Mayda Colón (Puerto Rico, 1975)
Madre:
voy en el tren y parece una forma ideal
para abrigarse contra el rencor del invierno.
Escribo porque me proporciona la certeza
del movimiento en los cartílagos de las manos
como si para morir la historia redundara en el retorno de la afrenta
en el enumeramiento en singular de esas cosas sencillas
que nos obligan a los gestos débiles,
a la certeza de la sombra bajo la sombra
o al coloquio del espejo prohibido
que se cuece en los años bisiestos.
Voy muriendo
y presiento que me requedo en las caras
en los recuentos de los tantos nombres incomprensibles
entre las páginas huérfanas que se teje el aguacero para inmolarse finalmente
en la certeza de los charcos.
Muero de mí
muero de este suicidio lento de voz que me arrastra a la dulzura absoluta del compendio
muero de las voces en la conciencia de tantos poetas escasos ya de brazos
hambrientos como lobos feroces de la siniestra transfusión de la tinta.
Muero rabiando de vida y descalza
muero lento, pero todo está en orden y dispuesto para esos monólogos meninos
que dicen que calman, pero infestan como a los lienzos las pinturas.
Ando la ciudad; Madre, como a la hierba,
con los ojos
ando y mientras muero
la inmensidad del cielo no descansa en su labor de trastocar azules para pintar el mar.
El mar habla tanto, Madre.
Yo escribo.
María Solís Munuera (España, 1976)
Un hombre que huye
Quiero un lugar benévolo: el mercado de pescado de Oslo. Quiero llegar de noche, de la madera, el traje, la piel negra, con la tripulación desaparecida y el capitán atado a los timones. En las mesas, las lámparas recubren con tungsteno la falsa melancolía de los peces. Los noruegos, proteínicos, se elevan. Los niños llevan los sombreros de paja y los anillos. Compraré la botella de pelo rubio. Como ellos, quiero dejar vivir a las abejas. Como ellas, quiero
el círculo amarillo con el círculo negro. La celda cuando se acaba el día. Cansarme de matar habiéndolo probado. La protección monárquica e inclinar la botella y derramar la miel sobre la falsa melancolía de los peces. El lujo y la vejez tienen tonos dorados. En el cabello, el amarillo es el siguiente paso de lo blanco. Él
dice lo que hay: asilo político. Canastas de mimbre para los refugiados. Cereales. Cajones para peces en venta con el precio. Botellas con forma de balanza. Hay pelotas de tenis. Hay cítricos. Hay sopa. Optimismo. Gente de teatro. Luz. Granos de mostaza. Hay un nivel de vida. Hay mujeres que paren como reinas. Casi el récord de muertes por maltrato. Dice.
La mesa del almuerzo
Tiene algo de autopsia
la mesa del almuerzo
donde los hombres juegan
a tener importancia.
La precisión del corte, de la hora, del castigo
a la hija,
a la pornografía de la masticación.
La urbanidad, silencio
de tres.
Impolutos los dedos y el mantel,
su función es cubrir los genitales.
Los labios no rozan la comida,
en la boca no pueden quedar restos.
La piel no se arranca con las manos.
Se interpone el metal.
Rafael Méndez Meneses (Ecuador, 1976)
Mal paso
Soy el mal paso
al que no quisiste
darle prisa
la fiebre que no cedió
la herida que empezó a supurar
pero ya no duele
por pura inercia
porque en el fondo algún día
esperas presumirme cicatriz
medallita trucha
de batalla memorable
Error incidental de observación
Casi te veo en la multitud
casi me olvido
casi me vale madres volver a fojas cero
casi me arrepiento
de querer llegar
muerto viviente a devorarte
casi me ganas
casi recaigo
casi
pero no eras tú
Siomara España (Ecuador, 1976)
Madre
Yo que aprendí el amor de las poltronas
y me salté el abecedario entre cien nombres
yo que aprendí a contar entre las piedras
y domestiqué la lengua en las portadas.
¿por qué me permuto verso a verso?
¿Por qué madre no me diste en letanía las primeras
sílabas corrientes?
y amamantaste estrofas que apuñalan como dagas
por qué me instruiste en repertorios
y no colmaste de rosarios, este cuerpo en llamas.
Porque me diste la demencia entre renglones
y rociaste con historias las primeras carcajadas
porque madre no me besas
y trocamos con abrazos
tanta nada.
Retorno a Freud
No hay nada más hermoso ni más fértil que la angustia
nada es más bello que escenificar la angustia
entre dos cuerpos que se rompen
entre dos ciudades
asideros de la pena
entre el rostro magullado por el frío
y el sol que deslumbra y todo quema.
Nada es más bello ni más fértil que la angustia
de la mano extendida en las esquinas
del frio en los portales
de las mujeres que expenden
entre sombrías alcobas
sus cuerpos magullados,
y las otras
las del pan de cada día en el sudor recalcitrante de la pena
las de polleras arrastrando como lenguas el polvo de las calles,
las de la carga al hombro
y de comidas instantáneas
inventadas para el llanto.
Las de los coturnos impalpables,
las ligeras y prolijas de oficina
ancianas de dolor
por ser la sombra de otra sombra.
No hay nada más bello ni más fértil que la angustia
porque en un teatro cualquiera
la belleza se mide por las tablas,
por los tres cuartos de luz
esparcidos sobre el pecho del que muere
porque el teatro y los aplausos
cotidianamente encienden la hoguera del ser,
la ucronía como eterna posibilidad de aquel que espera
y la entelequia del no ser
como única posibilidad de vida o muerte.
Xavier Hidalgo Cedeño (Ecuador, 1977)
Costillas devoradas
Bienvenidos
Desadaptados
No teman
Solo no pertenecemos
Señalan:
Su infierno los devora
Mientras vivimos nuestro paraíso
Somos el desorden que trastocó su perfección.
Vibramos dentro del cascabel
no nos podemos contener
Iván Trejo (México, 1978)
7
lo enterraron
de pie/no lo supe hasta
entonces/ quisieron que su peso cayera sobre sus pies
deshechos/ que se fuera derrumbando
y terminara sentadocomo si descansara
de algo/nadie avisó/ ni preguntas
hicieron/mi padre tenía
los pies chuecos y sobre ellos
lo enterraron/no le gustaba esperar
y de pie me lo enterraron.
María Auxiliadora Balladares (Ecuador, 1980)
Hospital
Las escamas en la piel
Desaparecerán con láseres
Puliré los colmillos
Hasta darles la forma
Que se corresponde
Con una mandíbula humana
Cortaremos las uñas
Con alicates de ser necesario
La columna se enderezará
Con un corsé
De varillas metálicas
Lavaré el cuerpo
Una y otra vez
Hasta que todo vestigio de animalidad
Haya desaparecido
Desenredaremos el pelo
Con tratamientos agresivos
Que eliminen piojos y liendres
Desaparecerán las ladillas y los parásitos
Controlaré la digestión
Con dietas
Laxantes
O lavativas
Repetiremos al infinito
Los procedimientos
Se acostumbrará al blanco
De las paredes
De las sábanas
Acogerá a la larga la higiene
Aprenderá a gustar del silencio
Los electrochoques harán su trabajo
Con atinados estímulos
Afinaré sus torpes gestos
Le enseñaré a mirar siempre de frente
Verónica Aranda ( España, 1982)
Mapas
Consultaba los mapas
con un bosque lluvioso en la retina,
y dejaba su huella
en las contraventanas.
Si fallaban las brújulas,
si en un ardor de cal le cegaba la luz,
ella asumía el riesgo de quedarse atrapada
en una ciudad ajena.
Felipe López (Colombia, 1985)
Alguien tuvo delirios sobre el Chimborazo, y yo lo celebro con flores que limitan las cordilleras de almas guerreras
Acompaño a los delirantes que se atreven a pulverizarse, a los sabios, los taitas, a la papa, a la mandioca, a los tubérculos que encontraron en estas tierras su hogar
Delirar con cada mota de polvo que entra en las ventanas, porque son los vestigios
de las cordilleras, de la piel muerta de jaguares, a la sangre de la Noche triste
Un coraje, y deliro ante la belleza, deliro ante el horror, por las tierras que divinizan Bachué, han decantado el rufián, el pirata, y las cadenas
Pero cada célula me enorgullece, hasta mis dientes caninos, molares, se enjuagan
de la caña que delira en el trópico, envanece el liquido que nace de los páramos,
la chalupa que zarpa en los confines del Amazonas, la amapola que conmueve el subsuelo
Hay que estar en los reclusorios de la selva y decir que esto es verdad
Delirio ante América, porque los locos nos trepamos en las ceibas, hacemos apnea en el Rio de la Plata, traspasamos la dimensión y la divinidad en el sabor de la ayahuasca, delirar ante almohadas que sueñan primaveras en Ciudad perdida
Refugiarse de delirantes que creen en lo imposible
Yenny León (Colombia 1987)
De Entre árboles y piedras (2013)
Yeti, no todas las palabras
condenan a muerte.
Wislawa Szymborska
la niña se hunde
en el cuarto silencio más largo de la tierra
pasa el día
encerrada en una burbuja de fuego
el yeti se sacude
hasta el círculo diminuto
deja huellas de herrumbre
la piedra calla
contra la lluvia.
Irina Henríquez (Colombia, 1988)
Hallazgo
Es obsesiva mi forma de esperar a que algo ocurra. A que salte sobre mí la fiera que se esconde tras la maleza de los acontecimientos del día. Pero no espero por más de unos segundos: yo deseo que me hallen mientras busco o mientras celebro un hallazgo equivocado.
Y la mejor forma de encontrar es estando inmóvil mientras todo rota o tañen las campanas: el mundo es entonces todas las cosas que antes o después se camuflan bajo la apariencia de lo cotidiano. Yo deseo la marea de imágenes que quedan tras cada movimiento en las más finas mallas del aire. Deseo poseer aquello que miras sin saber, todas las cosas que en el nombre del azar han sigo consignadas en la nada del abandono. Porque no te diste cuenta, porque el gavilán es dueño de su queja pero desconoce que a mí ha llegado, porque está en el mundo y es mi hallazgo.
Antonio Preciado Bedoya (Ecuador, 1941)
Neptuno
Estoy aquí
para defender a mi caracol
de que, por cualquier mínimo descuido
(después de pasar acurrucados
junto a él en su concha
todos esos milenios,
todos los temas,
todos los idiomas;
y tras todos los mares
y todas las resacas
y todas las mareas
y todo lo demás
que con él en los mares haya sido),
tenga lugar el pavoroso instante
en que, por entre todas las certezas
y todo lo de adentro
que todo el tiempo el caracol ha dicho,
de algún modo,
por fin,
consigan invadirlo todos los silencios.
Sabed bien que, por él,
yo voy de ola en ola
enarbolando un alga feroz entre los vientos;
así que ningún buzo
y ningún capitán
me le atará la lengua
en que tengo grabados mis anhelos.
¡Dejadlo como está, que siempre estoy despierto!
Y sabed que si el mar,
el mismo mar,
al contrario, me tapa
la entrañable verdad del caracol
con sus estruendos,
haré en mis propias palmas, con los dientes,
dos mares apacibles
y los pondré a decirme
al oído,
quedito, la palabra que quiero.
Jean Portante (Luxemburgo, 1950)
Hablo de un tiempo en que EN LA COCINA
se fabricaba menos harina que polvo.
de la blancura de antes quedaban solo
las tazas quebradas y la cafetera del tiempo:
quiero decir: vivir allí era un incesante
vaivén de una tela de araña a otra.
cuando llegaba el llamado tomaba la forma
de una sirena.
en la fábrica de los recuerdos bastaba
desenganchar o enganchar algunos vagones.
el resto: quiero decir: lo que se obraba no
lejos de allí no contaba ni los muertos ni los vivos cuando
después que pasaban los soldados faltaban en las
gavetas los tenedores y los cuchillos: quiero decir:
lo que se comía entonces había atravesado el espejo
y nunca nos hacía la señal de sumárnosle.
Ibsen Manzano (Ecuador, 1951)
La muerte se quedó frustrada
(A mi bien amada hermana Elina)
Ella no ha muerto,
simplemente se quedó dormida
entre sus múltiples faenas diarias.
Ella no se fue,
a ella la llevaron,
le pusieron las monedas en los ojos
y empujaron su canoa hacia la orilla.
Ella no partió al infinito,
porque era eterna como el tiempo,
porque el tiempo era eterno como ella.
A ella la sacaron de mi vista,
sin espumas ni caminos de coral,
sin nodrizas que alcen su lámpara,
sin decirme que se ha ido.
Ella fue la generosa risa,
el punto de apoyo más fijo,
el sonido solidario sin distingo,
la victoria renovada.
Hoy la siento entre mis dedos,
entre las páginas amarillas de los textos
o la brisa que golpea mis sentidos.
Ella no ha muerto,
simplemente se quedó dormida.
Rubén Medina (México, 1955)
Case in point
En un congreso
de feministas mexicanas
y chicanas en la ciudad de México,
Cherríe Moraga, autora de
Loving in the war years:
lo que nunca pasó por tus labios
y The last generation,
declaró:
“Si mis abuelos no se hubieran
ido de México hace
cincuenta años,
yo sería ahora una de sus
sirvientas”
Hubo silencio,
miradas furtivas,
arrepentimiento momentáneo
por haberla invitado,
breves conversaciones
sobre otros temas
prácticos y
más o menos relacionados
con la reunión,
pero por los siguientes días
el verdadero diálogo
seguiría ahora
por dentro.
Keijiro Suga (Japón, 1958)
2
En la otra costa, la occidental, queda enterrado un antiguo bosque,
Desde el último período glacial, el diluvio, el olvido y el estrato de la turba.
Ahora, todo está expuesto en los acantilados de esta orilla.
Tras haber presenciado el sol durante veinte mil años,
Y durante veinte mil años, el viento y las caídas de meteoritos,
Las raíces de los árboles, manteniendo su forma,
Alternan vagamente el dormir y el despertar.
De los acantilados rezuma el agua,
Que de vez en cuando llega a ser arroyo y agita mi corazón.
“Además, ¿qué sabemos? ¿Hasta dónde podemos progresar?”
No me imaginé nunca que pensara en este lamento de Goethe,
En esta cosa donde están esparcidas las letras en Hangeul y Ruso.
Con la transparente agua salada del las olas del mar,
Lavo una manzana herida y le muerdo.
En las sombras de las blancas y espumosas olas,
Reflejan una sonrisa serena del amor.
Alvaro Inostroza Bidart (Chile, 1960)
in memoriam
no tuve la suerte
de conocer a Bolaño
pero sí conocí a Armando Rubio
a Rodrigo Lira
a Juan Luis Martínez
a Enrique Lihn
a Jorge Teillier
a Rolando Cárdenas
no es malo llorar a veces
hay que ser bien hombrecito
en la década del sesenta
-la década prodigiosa-
crecimos bajo el cielo de la utopía
la historia nos llevaba de la mano
en la década del setenta
nos sentamos a la mesa
soñamos despiertos
despertamos a una pesadilla
en la década del ochenta
lo mejor fue la poesía
la amistad la acción
compartimos las calles
los bares conversamos
del regreso de la vida
en la década del noventa
entró aire música
tuvimos los últimos hijos
seguimos llorando a veces
lanzamos fuegos de artificio
en el nuevo milenio
volvimos al perímetro
tomamos distancia del poder
buscamos nuestro propio centro
el entusiasmo lanza sus últimos cohetes
la muerte deja de ser romántica
despegan nuestros hijos
odiamos los discursos
regresan los amigos
trabajo es sinónimo de voluntad
anhelo de jubilar
de ambiciones públicas
no tuve la suerte de conocer a Bolaño
pero seguimos aquí alejándonos
de las luces del gentío
negociando la rendición de cuentas
los límites de las tierras
el salvoconducto la visa
pero nunca la palabra
la memoria
Elizabeth Cazessús (México, 1960)
Ángel/luz
La gravedad no es la tortura besando a la tierra.
Lezama Lima
Ángel/luz I
En unos instantes, la naturaleza de las cosas
grabará su eco en las caracolas,
perderán su silueta las montañas,
el río se fundirá en la sombra.
Vagarán como tú y yo sin el acoso de la incertidumbre.
Planetas amanecerán muertos en años luz,
argumentaremos ser imagen y semejanza,
revelación del polvo,
suprimido intento de sobrevivencia.
Seremos un andar de reflejos que no se tocan.
Javier Bozalongo (España, 1961)
Tarjeta de donante
He donado mi cuerpo
a una facultad de medicina.
Deseo que aún falten muchos años
hasta que el bisturí de un estudiante
pueda saber de mí más que yo mismo,
y por si acaso sirve alguno de mis órganos
dejo aquí algunas pistas
de lo que encontrarán en mi interior.
Las yemas de mis dedos guardarán el recuerdo
de quien quiso dejarse acariciar;
las palmas de mis manos no se cansaron nunca
de aplaudir cada día un nuevo amanecer;
los codos no sufrieron lesiones importantes
salvo el dulce dolor de levantar los libros;
mis hombros soportaron siempre su justa carga.
En mi cabeza cupo todo lo que aprendí,
en mis ojos la luz de sus miradas
y en mi lengua el sabor de algunos besos.
Cuando al abrirme el pecho reine la oscuridad
será por dos razones:
por el humo incontable del fumador herido
y por pequeños coágulos crecidos en mis venas
cuando los enemigos dispararon,
pero también verán un corazón
que amó cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Y ni rastro del alma.
En mis piernas descansa un mapamundi
por el que voy y vuelvo.
Mis pies mejor dejarlos,
los necesitaré para salir corriendo
del lúgubre hospital de las autopsias.
¡Tonto de mí, dar mi cuerpo a la ciencia
cuando siempre he querido entregárselo al fuego!
César Rodríguez Diez (México, 1967)
(DE FENÓMENOS)
Desgarrando la flor
I
Esta flor la dejo para que hagas con ella lo que gustes.
Sofócala acaríciala.
Es todo lo que no he podido ser.
Patria inútil.
Ahuecado tuétano.
Tu mano la sostiene con intención sospechosa.
Todo lo demás es tallo
espina
mortaja.
II
Deshojada flor sin comunión posible
revienta a cada paso
como una calle angosta
bajo el enigma.
III
Arranqué tus pétalos.
Quería sentir lo que revienta frágil.
Ojo por ojo hurgué en tu palidez.
Quejido desflorado.
Curiosidad de un monstruo en noche áspera.
IV
Carencia irreparable incrustada en lo profundo
donde algo nos sacude. Un nombre.
Reino entumecido en la mirada que aplasto.
Ely Rosa Zamora (Venezuela, 1967)
Aquí estoy. En esta habitación, sin vista
Una mano entra a robar mis visceras
En el tren, una mujer le pega cachetadas a un niño
Hay cuerdas que entran por la ventana para estrangularme
No son arbustos
Me toco el vientre deshilachado en almibar
La sangre brota de un costado de mi ojo
Lo incomprensible se ha transformado en una sonrisa
que me llama
No soy más lo que no puedo sacudirme con el tiempo
He cerrado las puertas para cuidar mi huerto
Escupo una culebra larga, que jalo de mi boca
Mi madre se quedó en el sueño abanicando una rosa
muerta
Como frutas de colores
Escucho el silencio al masticar en mi boca la llaga del tedio
Una bailarina sin piernas se sube al escenario
El gigante perdido de Irlanda le entrega sus prótesis
A veces no recuerdo cómo llegué a este lugar
Un Rey de dos cabezas sostiene cruces en lo alto
¡Saquemos los monstruos de la boca llagada!
No son eternos estos duendes de la lengua
No he de amparar más
esta resaca adormecida
en mis lirios maltrechos.
Espantapájaros de mi jardín
¡Saltad!
Del libro, La nitidez del embudo, Newmark Press, Nueva York, 2015
Faiza Sultan (Irak, 1971)
Poemas:
Vamos a darle una oportunidad a la guerra
1
El amor puede caminar
Descalzo, llamando a
Las puertas de las zanjas.
2
Las mariposas pueden usar
armaduras de pecho
En la puerta de cada rosa.
3
El sol puede desnudar
sus dientes
Y la noche se puede quemar.
Mónica González Velázquez (México, 1973)
LA PERSISTENCIA DE LA MIRADA
Todo lo que no tiene un objetivo por alcanzar,
un resultado por conquistar, un enigma por resolver,
un misterio por penetrar, no me interesa.
Pablo Picasso
0.1
Vincent girasoles-vértigo
alba-magenta en Arles.
Dinamo azul de noche estrellada:
brilla en el firmamento.
0.2
Amedeo de ira los puños lleno.
Retrato de cuello estilizado y rematado con bonete.
En todas las telas Jeanne, los ojos cristalinos de azul nublado.
Cariátides circundan el mausoleo.
0.3
“Pero un día me regalaron un lápiz y con el brazo estirado, comencé a medir la realidad.”
Santiago, los lienzos de vetas ocres y tonalidades de sutil dorado.
Bifurca en el horizonte la mirada: toda proporción justa.
0.4
En claroscuros se perfilan los escorzos.
Maja de crin larga y oscura
un corcel en sotavento.
Goya, desde el firmamento un cielo raso.
0.5
Kandinsky espiritual en el arte,
el punto sobre el plano y la línea:
la paleta de color hacia el universo abstracto.
0.6
Pollock salpicadura cara dura
y de abstracto fulgor en el libre espacio:
esa mancha cobra vida.
0.7
El Bosco-bosque de las delicias
(lo feo, lo sublime, lo grotesco).
Pesadillas, sublimación de lo hermoso: los paisajes.
0.8
De método crítico-paranoico, segrega ironía.
"Perverso polimorfo, rezagado y anarquizante", o "blando, débil y repulsivo.”
Amalgama de obsesiones: Eugenio Salvador Dalí.
John Burns (Estados Unidos, 1977)
Basquetbol literario
William Blake saca una naranja de una naturaleza muerta de Cézanne y la arroja por el medio campo, en un pase anotador a Allen Ginsberg. Saque de banda de Leonard Cohen para Aristófanes, a quien le cuelga un falo falso y aparatoso de sus pantaloncillos para distraer a los del otro equipo, pero resulta que distrae más a su compañera de equipo, Erica Jong. Pase de Aristófanes a Jong, pero Safo, que la tiene sin cuidado, se roba la pelota. Anne Sexton le enseña un poco de pierna desde la banda y Dante logra robarse la pelota de Safo, y enseguida mete un triple. Se queda elogiando la gracia de su hazaña, y señala que el arco de la trayectoria de la pelota es solo inferior a la curva del pecho de Beatriz, de modo que el jugador que lo defendía, Matsuo Basho, va de costa a costa, aunque rompe la regla de tres segundos, al comparar la zona del área con su cabaña en Edo. Sentado en la banca, W. H. Auden frunce el ceño y se pregunta “¿Dónde diablos queda Edo?” Robert Graves brinca de la banca opuesta y le grita, “No lo encontrarás en un mapa hoy en día, idiota, es como llamaban a Tokio antes de 1868”. Se enfrentan e intercambian insultos tales y como “pigmeo”, “ogro” y “jugador de palabras egocéntrico”. Mientras discuten, los entrenadores, Homero y Enheduanna, hacen unas cuantas sustituciones para que algunos de los artistas ya cansados puedan beber un poco de vino del garrafón de Gatorade. El juego empieza de nuevo y hay un salto entre Dostoievski y Tolstoi, gana la pelota Tolstoi. Pase lateral de Tolstoi a Czeslaw Milosz que se la devuelve a León, que a su vez hace una finta de tiro a Dostoievski antes de pasársela a Fredy Nietzsche, que ve cómo Yeats comete una falta intencional a Whitman. El alemán se queda traumado y le da por desvariar, lanza la pelota al aire y sale corriendo sin dirección ninguna. William Stafford, el poeta pacifista, toma la pelota y se queda con el ella en el medio campo, declarando que no participará en ningún acto de violencia, antes de entrar en un estado profundo de meditación. Hemingway arranca un ojo del retrato de Gertrude Stein pintado por Picasso y el juego se pone en marcha de nuevo…
Marco Antonio Gabriel (México, 1977)
Trapecista
Las veces que me he equivocado
intentando variar los rumbos del río
han sido las más.
Ahora traigo un fantasma
colgado del brazo izquierdo
todas las lluvias he puesto en él.
Un poco moribundo
como un trapecista,
despliega sus brazos de libélula,
me mira de lado
y sabe que la caída es inminente.
Es un joven lobo de río,
sabe del juego
que devora y mantiene la vida.
Como un suicida sin vocación
clown del abismo:
he puesto todas las lluvias en él.
Elsye Suquilanda (Ecuador, 1979)
Un Shabat con Lemed
Sientes como la energía fluye libremente,
te enredas en una sábana de cristal,
corres, subes, bajas,
seres pintorescos adornan tu cabeza con flores.
De una cortina bajas las gradas de la historia y embrujo que se van juntando en un espacio cual si fueses un gnomo en un cuento de hadas; desde la ventana veo a los títeres de Indonesia cuando ella sonríe con sus ojos puros como el cabello de un tierno clavel,
mientras tomas un bocado de vodka en una copa adornada con piedras de los Illinizas y caracoles de ojos azules.
El viernes ya no es más un día cualquiera…es un shabbat con ella, el que empieza cuando el sol se oculta. Una aureola de misterio nos trae a Lemed letra del alfabeto hebreo que significa “aprender”; para mí, es aprender a pintar ocasos y destellos de permanencia absoluta en un espacio enjaulado en destrozos, aprender a amar.
Techos de hojalata tiemblan antes vos,
las hormigas,
las diosas abejas,
los malignos tumores de la sociedad se arrodillan para ti, el sol se seca, las lágrimas iluminando tu cuarto, tu refugio lleno de pinturas abstractas y concretas como las fichas de aquel ajedrez del ogro cuando las consiguió para no morir.
Luces de nocturnidad,
retazos completos de tu armonía,
ahora con el humo juegas,
das tu seno a tus hijos en la galería de la concretización perfecta.
Cuando el sol se vuelve a ocultar se desdibuja otra noche entre tus amadas ilusiones
(Tú…….La reina de un mundo abstracto)
Isabel Dunas (Colombia, 1982)
¡QUÉ MÁS DA!
Equipararme a la naturaleza del cambio,
vivir en la inmediatez.
Sin misterios, sin especulaciones,
dejarme ir como un río.
Así debe ser la vida.
Saberse dejar atrás,
saber ser todo
para desconocerse sin dolor,
sin arrepentimientos.
Y no digamos más que el tiempo dirá,
el tiempo nada dice.
Es nuestro el decir, es nuestro el enumerar.
Ahora,
sólo quiero ver pasar al pájaro
sentir el sol que me calienta,
el agua que me moja,
el beso de mi hija.
Andrea Crespo Granda (Ecuador, 1983)
REGISTRO DE LA HABITADA 2
Pero si esto es así, los cuervos alucinan en los eriales, y las tenazas de un espectro abrazan a la cerrazón;
pero si esto es así,
se debe a una distorsión del aliento,
así que tomaremos un medicamento, una ideología platinada que pueda friccionar nuestro nervio hipogloso.
(AQUÍ LEVANTARSE Y LLORAR, LLORAR TERRONES Y RECORDAR OLORES DE 8 AÑOS)
Los huesos apilados en la dársena, el testículo del mercante arramblando la pesadilla del aguaje y sus crestas de miradas. Hunde Dios su evangelio en nuestros senos, hunde su gracia en cada No, en cada fraudulento fracaso y es así que tus vellos se imponen a la tragedia de la llama, al silencio de la caverna donde persistes, millones de eras, hasta ser el predador de la galaxia.
(AQUÍ DESPEINARSE Y AHUMAR LOS TERRONES Y RECORDAR OLORES DE LA PRIMERA RELACIÓN SEXUAL)
El quicial corroído de polillas. La lógica de Turing descorchando universos paralelos, las dimensiones de todos nuestros años se condensan en una mancha en el cielorraso de la casa familiar. Y en un accidente ( ¿geológico?) tu juventud asesina a tus padres, corta sus pulmones y enchufa sus piernas en castigo inquisidor.
Tu juventud, muchacha, desangra el bazo de tu madre, asfixia el páncreas de los tíos; comprime la foto de los ancestros, deja en estado síncope a los enterrados.
(AQUÍ APLAUDIR Y LLORAR Y AHUMAR EL RECUERDO DE LOS JUEGOS INNOBLES, LAS TORTURAS A LOS PRIMEROS AMIGOS DE LA INFANCIA)
Ahora recuerdas esas lanzas que enviaste contra las almas de otros niños,
las mujeres que dejaste esperando en la cinemateca o la librería estival.
Ahora la vergüenza es tu compañera de celda y a ella le debes el recuento de cada año.
Pero no hay manera en la que seas cálido
y sin embargo, este día serás guardado en la gloria de cada río.
lo que no tendrás,
punza su aliento en las mañanas/
lo que no tendrás,
duerme en el indicio de tu sangre.
Tamara Mejía Molina (Ecuador, 1987)
Soy una muñeca rota
Con el sexo tibio, pensando en ese casi amigo, casi amante. Qué imperante es la compañía, las noches de triunfos no son nada sin un buen culo que abrazar en la madrugada.
Encerrado en el tiempo. Es verdad, me aferro al pasado, a no olvidar esto y aquello; a veces, como ahora, me voy con cualquiera que no logré conocer, le escupo y me ata a su sexo por unas horas. Luego me castigo.
Quisiera ver sus ojos tristes y apagados y amarlos por segundos previos a nuestra ataraxia.
Quiero volar entre líquidos, quiero nadar entre sus olores más secretos, quiero ser dueña y reina de sus lamentos y sus lágrimas. Que aprenda de manera fuerte lo que es saberse deseado.
Los hombres subestiman el deseo. La mujer subestima el sexo. El deseo lo es todo, mueve piernas, remoja gónadas y pulveriza orgullos.
Solo obtenemos placer humillando a quienes realmente nos importan.
Luego hazle el amor con perversión.
Mónica Ojeda Franco (Ecuador, 1988)
PRIMERA EXPERIENCIA DE LA CRIATURA SIN ROSTRO
-
El quebrado mundo
Como cuando me llovió un océano con la sangre de mis hermanos sobre el ancho lomo y levanté la conciencia hacia el centro del espejo. Así aprendí a respirar la primavera bajo la piel abierta de quienes alguna vez me amaron, y dije que ninguna imagen ni olor ni sonido articulado podría hacerme sentir nunca lo que era romperse encima de algo vivo | ninguna palabra podría comunicar el sentido de la fragilidad cayendo sobre la fuerza y bañándola de eso que la hace fuerte: la debilidad de los pétalos ardiendo el cielo, las raíces del relámpago encarnando el árbol. Toda la brutalidad estaba en la vida que era ternura empozada en la violencia, por eso el mundo se partía como los dientes de una casa enterrada en la herida de un niño.
Leira Araújo (Ecuador, 1990)
Te llamaré azul
Te llamaré azul
por el mar en calma que llevas detrás de los ojos
por la arena que te cubrió la infancia
por la desolación que extrañas sobre un tablón negro
Un día verás mi río
lo he llenado de peces y estacas
que corren hacia tu boca
he bebido el agua para que puedan, al fin, pronunciarse
Gracias a la promesa
al pacto de cuidarnos la noche
por el resto de los días
cuando el tiempo nos vacíe
podremos aun vivir
besándonos bajo el cemento.
Alexandra Espinosa (Colombia, 1995)
Solo necesito la razón correcta, y lo haré
Como cuando cumplí veinte años creí que mi cerebro había comenzado a morir
deje de hablar claramente,
ahora todo lo que no puedo comunicar a mis padres
y lo que no puedo comunicar a mis amigos
y lo que no puedo comunicar a los idiotsavants que me oyen desde sus asientos
en platea con sus oídos de hambre
y lo que no puedo decir a mis viejos compañeros de la facultad
que escuchan desde su silencio constructor
mientras piensan una frase importante que decir
para matar cualquier cosa estúpida que explico
porque ellos no sienten que su cerebro se detiene
sino que creen que sigue
y no buscan pruebas cada día
y no se levantan como yo me levanto y miran sus pies colgando de la inmensa cama solitaria
mientras se preguntan cuántas células mueren en ese preciso momento.
Todas las cosas que tenía que decir a la persona a la cual me interesa amar
todas las cosas que tenía que decir en una larga fila en la aduana
y todas las cosas que tenía que escribir en un recuadro blanco
todas las cosas que tenía por hablar
toda la basura acumulada y reorganizada
y todas las teorías conspirativas que tenía que hacer públicas frente a uno o dos amigos,
como ya no tengo nada de eso,
porque ahora todo el tiempo pienso que mi CI desciende
y mi cerebro prefiere pasmarse y la luz ya no choca adentro
entonces vengo aquí,
y quisiera que vieras mi cara mientras digo que no estoy hecha para esto
y que debo entender rápidamente
que el camino que elegí no era el indicado
y debo hacerlo hoy porque el tiempo parece moverse con demasiada violencia
siempre hacia adelante,
y yo debo
¡YO DEBO!
reconfigurar toda la incertidumbre y hacerla parecer un único sueño,
mucho más correcto que el anterior,
pero realmente no quiero, realmente prefiero mi viejo sueño.
Madeline Durango (Ecuador, 1995)
La cruda verdad no se encuentra en lo que ves
Está bajo tu piel
Más allá de los huesos
Y tu sangre
Se encuentra en la intimidad de la intensión
La verdad revelada por tu boca
O plasmada con tinta sobre el papel
La cruda verdad eres tú
Y mi mente no se resigna, ni vive, ni muere,
Ni descansa,
Se encuentra en la nada, esperando que me rescates.
Virna Teixeira (Fortaleza, Brasil, 1971)
MEMORY LOST
Trigésimo piso: contempla la ciudad, por la noche. Supresión de archivos, memorias. Algunas quedaron retorcidas en el pensamiento como el edificio, de ventanas góticas. Cautiverio. Cine Voltaire.
En el alféizar, una orquídea. Aislada contra el crepúsculo, violeta. El contorno borrado de los edificios.
Un día de sol. Parejas pasean en el parque. Caminan entre gansos. Niños juegan en el estanque de arena.
Hipocampo, extrañeza de imágenes. Esquinas, bifurcaciones. Como si nunca hubiese, tantas veces, caminado allí.
Traducción: Jair Cortés y Berenice Huerta
Valeria Meiller (Argentina, 1985)
AGUADA
*
Durante una inundación, los más fuertes
se reúnen arriba de un árbol.
Con el agua en todas partes, la familia en el techo.
Hacer un barco de la pata de la cama. Una vela de sábana.
La primera solución es trepar. Trasparentes,
padres, abuelos y embarazos.
Los niños en el techo chupando
su ración de hueso preguntan
¿Dónde estará el sol? Y fosforecen.
Otros florecen además. Niños trasparentes nacen bajo la lluvia.
La partera a nado
asiste a las madres sin dar abasto. Un perro la sigue.
Los más chicos sacan la lengua y beben la lluvia.
Muchas gotas es varón, entonces eligen un nombre.
*
Después de una semana de lluvia, una cabeza
es cuajo amarillo. Veinte cabezas, una mina de azufre.
Tristeza de leche agria hace llorar
ni tragarse un hueso va a salvar el brillo.
Luis Aguilar (México, 1969)
TOUCH
Fulgor que se extravía, apenas
Ido entre lo ido, un hombre
es un segundo titubeante
Absorto en el pequeño roce:
Unos ojos en los suyos
Cualquier vida que camnia para siempre,
aunque falle al registro de la memoria
Liyanis González Padrón (Cuba, 1971)
KONSTANTIN KAVAFIS
Espectral poeta
Te hundes en mi sueño
dibujando un círculo en la página
Rodrigo Morales (Chile, 1980)
EL BUZO
Las telas de cristal cuelgan del cielo y es como si no existiera el hambre arriba de este bote te quedas viéndome como si fuera una luminaria de cine de provincia o un pequeño acordeón abandonado en un pasillo bien sé que duele lamer el invierno cuando te digo cuídate de mí mirando los junquillos quemándome los labios partidos con una agüita de boldo no quiero que renuncies como esas aves que sólo buscan un lugar templado esas aves esquizofrénicas de canto sicótico en la palabra cielo paseo por la pequeña casa de mar haciendo gestos que olvidaré en un par de minutos tú mientras le haces trenzas a una niña las nubes nos indican cierto tipo de tragedia como que cerrará de golpe una ventana o reventará una ola cerca de esas niñas en el paraíso navegan lirios de mar ojos acalambrados que se dibujan descalzos entre las algas mientras bailo en una pequeña balsa que clava su rosario en los mares del aire pero la vida no es más que una función de títeres que después se dejan abandonados en un cuarto un amancay adorna la blusa de una niña a punto de hablar mientras se escuchan las cholgas abriéndose en el fuego alguien se declara a un costado del jardín aquí no hay jardines pero se escuchan las palabras pasar mudas por el desierto pienso en cosas simples una mariposa negra posada sobre una oreja de zorro mariposas que se dirigen al mar y luego mueren detrás de las olas el sol se desfigura en la boca de un pez morado entre las rocas los cactus pequeños cristos del lugar ven pasar a los peces muertos hacia el pueblo amanezco bajo el agua crucificado en el desierto cuando allá en la luz tenue de la lejanía un hombre como yo clama la derrota y se presenta.
Roy Dávatoc (Perú, 1981)
NEGACIONES
Nunca he recibido una carta de amor,
completado un crucigrama,
o hecho aros con el humo del cigarro
nunca he comprendido cuestiones de óptica
ni de repostería o de navegación
Pero me imagino que hay un punto en que el agua pierde
su consistencia antinatural y se vuelve torrente
en el espacio negroquiero decir:Podría tomarme un café ahora mismo
y morir moderadamente.
Fernando Vargas Valencia (Colombia, 1984)
WHAT A WONDERFUL WORLD
Sabes de memoria
que la angustia es un premio.
Lástima que a veces se nos pierda
el boleto de lotería.
Sabes que toda silla promete ausencias,
que ninguna ausencia promete sillas.
Y rabias como si la ciudad tuviera la culpa.
Como si las sillas y las ausencias tuvieran la culpa.
Como si tú tuvieras la culpa.
Sabes, y no de memoria,
más por testarudez,
por querer ser un animal inventado,
que el dolor se hace destino
cuando se quiere hacer del cielo
una ruptura.
Edel Morales (Cuba, 1961)
CALLE G. 1982
Una noche partíamos almendras en la calle G.
Eran más de las 12 y tú y aquella saya de flores blancas
parecían la eternidad.
Yo me detuve un momento a contemplar la luz
y el paso de los autos por La Habana de 1982.
Todo resultaba tan sencillo.
El viejo mar bendito frente a la estatua de Calixto García.
Tu rostro avanzando en la semiclaridad de los pinos.
El golpe con que mi mano buscaba en la roja intimidad de la almendra.
Todo resultaba tan sencillo
como la vida del agua que se escurre entre los dedos.
No debía venir nadie.
No esperábamos a nadie.
Yo me detuve un momento a contemplar la luz
y el paso de los autos por La Habana de 1982.
Tú y aquella saya de flores blancas
parecían la eternidad.
Cinzia Marulli (Italia, 1965)
RECUERDOS
¿Te acuerdas, mamá
el café a las cuatro de la mañana
cuando la oscuridad penetraba todavía
en los huesos?
Algunos andrajos encima
el viejo abrigo negro y un chal
alrededor de la cabeza
y luego papá y tú
por la calle del tritón andando
en silencio, lado a lado
baja la cabeza y el sueño en los ojos
la oficina de siempre
las mismas cosas que limpiar
con las rodillas sobre el entarimado lustroso
y las manos santas en los retretes
yo, en cambio, todavía en casa
con los libros sobre mis rodillas
y luego al colegio para destruir los andrajos sucios de miseria.
Salvatore Ritrovato (Italia, 1967)
SÍ
El 11 septiembre vino cinco años después.
Sentado en un sillón, frente al televisor.
Sentado escuchando las palabras
de los últimos testigos que han vuelto
a buscar al ángel que los ha salvado.
Sentado solo, esperando. Sin pruebas.
Hoy parece que no hay aviones que caen sobre las casas.
La asistenta mira estupefacta las dos torres que vuelven
cinco años después a brillar en el cuadro
y caen de nuevo, no es un error
le explico, no es una película americana,
no ha ocurrido hoy. No sabía nada.
La tarde, el día que había cambiado el mundo
me derrumbo en el sillón sin aliento.
Tarde acaso, pero lo he entendido sólo
cinco años después.
Fue una tremenda cuestión occidental
el día más difícil para todos:
convencerse de que algo cambiaría
después. Tenerle miedo, por ejemplo,
al mundo, cada día.
Y contarlo en televisión.
Creer en los controles capilares,
en la paz, en las salas de espera.
En un dios escondido y lejano.
Esperar el estruendo.
Un mes después de aquel 11 de septiembre
yo decía que sí.
Casarse en febrero. Un mes ideal,
frío y corto. Pasaría
desapercibido en Venecia sin carnaval.
Sí. Tener una familia acogedora.
Niños, hipoteca, cuenta única.
El seguro de vida. Una ligera
prisa cada mañana, la voz ronca.
Y luego los sermones de los pedagogos
y de los pediatras, la receta de los dentistas.
Y un día tendré una urna más ligera.
Ahora es fácil acabar en cenizas y escombros.
Tiemblo a la idea de bajar escaleras
y escaleras antes de disolverme ese día
como aquel 11 septiembre
en el trabajo o en las vacaciones.
Quedar en la grieta de un edificio
de vidrio y cartón piedra que se desmorona,
quemado, pulverizado.
Como un hueco de aire, ávida herrumbre.
Frente a una minima ciudad.
que busca otro muro más alto
protegido, y espolea, y vuela
donde los aviones no pueden caer.
No deben. Pero no es fácil.
Gabriela Cantú Westendarp (México, 1972)
Como si no hablara lo suficiente durante el día dicen
que hablo mientras duermo, y creo que dicen verdad.
Anoche me despertó mi propia voz como si fuera la de
alguien más. Parece que algunas de mis frases nocturnas
tienen que ver con fechas y nombres, pero en ocasiones
también maldigo, es decir, digo palabras altisonantes, palabras
que dichas a plena luz del día y en plena consciencia no me
preocuparían. Aseguran que solo el 5% de los adultos padecemos
de somniloquía —palabra científica que hace referencia al hablar
mientras se duerme—. Aseguran también que en esas recitaciones
están mezclados elementos reales y fantásticos. Es cierto que padezco
ciertos trastornos del sueño y que a veces me gustaría poder dormir
tres o cuatro días seguidos sin interrupción alguna; y aunque estoy
cierta que eso está lejos de ocurrir no pierdo la esperanza.
Gabriel Chávez Casazola (Bolivia, 1972)
VUELO NOCTURNO / ARTE POÉTICA 1
Esa luz que se apaga
no es un imperio
ni una luciérnaga.
Antoine lo sabía, lo supo volando sobre la Patagonia.
Esa luz que se apaga es una casa que cesa de hacer su ademán
al resto del mundo,
una mansión
—una humilde mansión si cosa cabe: todas las casas del hombre
son una mansión, todas las mansiones del hombre una cabaña—
una mansión, decía Antoine, que se cierra sobre su amor. O sobre su tedio.
Una luz vacilante a la que
—frío al calor—
unos labriegos reunidos
se aferran
náufragos que balancean un fósforo
ante la inmensidad
desde una isla desierta.
Raúl Hernández (Chile, 1980)
LLOVIZNA
Hay una sombra ahuyentada por los perros.
Hay peces agonizando en la cesta desierta.
Y nada hace suponer que en esta mañana
seguirán iluminados los rostros de las veredas.
Existes como niebla deshojada de plazas públicas
calientas el aire con tu oculto transitar.
Desde las ventanas de los colegios
te ven aparecer como el extraño que interrumpe la clase
entre un alumno y el pensamiento
entre la palabra clara y el destino
atravesando la capa del sopor y el deseo.
Hay una sombra ahuyentada por los perros
nada simplifica los ojos de la llovizna
y sin mirar hacia atrás
el caminante deambula jurándose ilusión.
Una limitada acepción del invierno
desde un rincón del camino.
Carolina Dávila (Colombia, 1982)
CON LA LLUVIA NO PENETRAN OTRAS AGUAS
Yo amaría a esa mujer que deambula
por un desierto de noches heladas
mientras le llegan los rumores de algún puerto
pero no rompen ellos su silencio
ni suavizan los surcos
que el dolor trazó en su cara
La amaría porque no se doblega
porque con la lluvia no penetran otras aguas
porque su cuerpo se abre ahí
donde a la primavera no le alcanza
Ángela Suarez T. (Colombia, 1982)
HABITACIONES
Enumero envolturas
de dulces clandestinos.
Ordeno papelitos superfluos,
pintorescos.
Conspiro
contra la colección fractal de tus silencios,
contra tu extraño miedo de anudarte.
Contra tu ventanita abstracta
e inconclusa.
István Turczi (Hungría, 1957)
POEMA DE SEIS VERSOS SOBRE HISTORIA
(Hatsoros vers a történelemről)
Cristos, reyes, ideólogos
y tiranos transfigurados en otras batallas,
como frascos de plástico corroídos
vuelan juntos hacia la Gran Salida,
hasta que llegue la paz eterna,
aun peor que cualquier guerra.
Balázs F. Attlila (Rumania, 1954)
NACIMIENTO DE CASANOVA
“Guapo chico” observaron las comadronas, colocando al bebé sobre el pecho de su madre mientras él luchaba por liberar a su garganta del dolor del universo.
Así continuó tras un corto sueño cuando, sacado de la pileta de mármol rojo, fue vigorosamente depositado en el vestidor. Y bastante después, tras pasar a los brazos de su padre.
“Mi hijo” – le levantó en el aire; después, al no tranquilizarse, le entregó a una atractiva tía. Qué milagro: el pequeño dejó de llorar en los suaves brazos de la mujer.
“¡Mirad esto!” masculló su padre bajo el mostacho, descorchando y sirviendo el champán. “¡Por el joven Casanova!”
El recién nacido no parecía compartir la alegría familiar. La fiesta celebrada en su honor tuvo lugar sin su participación
Camino de la iglesia, antes de poner a su hijo en brazos de sus padrinos, el viejo Casanova rezó a Dios. Pidió que su hijo fuera colmado con todos los reprimidos sueños y deseos que él no pudo lograr: amar a las mujeres con el coraje, determinación y oportunidad que él nunca había tenido.
Y el Señor, que estaba de buen humor, escuchó su plegaria. El adolescente Casanova acarició sin limitación alguna a tímidas pero provocativas muchachas; desde su escondite vio a sus padres hacer el amor, bañarse juntas a su tía y sus primas. Entrenó a su verga para que casi siempre estuviese orgullosamente enderezada. Aprendió rápidamente los secretos del lecho con su criada, que conocía todos los recursos. Después llegaron, una tras otra: la gobernanta, las viudas del carnicero y el cochero, la hija de la ama de llaves, la nieta del almacenero, y tras ellas cientos y cientos más.
Fornicó hasta el final de sus días, disfrutando con los brazos y pechos de hermosas jóvenes y mujeres, tal como su padre había invocado.
Pero cuando nació su retoño, Casanova pidió a Dios que le bendijera con un aburrido matrimonio y una vida mediocre.
Y el buen Dios atendió su ruego.
Adnan Al-Sayegh (Irak, 1955)
POEMAS DE LA LLUVIA
* *
¡Oh! Lluvia…
quédate en las calles rebelándote
como los gatos y los niños
quédate en los cristales brillando
deslizándote como las goats de la luz
y no entres en los abrigos de los ricos
ni en las tiendas
temiéndo contaminar tus blancas manos
con el dinero.
* *
¡Oh lluvia!
¡oh! Las cartas que van desde el cielo a los campos
enséñame cómo se abre la flor del poema
de las piedras del habla.
* *
Cuando muere la lluvia
los campos despedirán su féretro
sólo el cactus pequeñito
se reirá en los desiertos
decepcionado del llanto de los árboles.
Traducido por:
Muhisin Al – Ramly
Azucena del Río
Mohammad Hudaib (Palestina, 1965)
LAS OCHO Y CUARTO
El amor para esta mañana
es encontrar tu brocha de afeitar
al lado de la máquina
y darte cuenta por un momento
de que estás abriendo la ventana por completo.
El amor es una batalla de sábanas
durante la cual te das cuenta por un momento
que estás cautivado por una mancha
en la cadera de una mujer.
Dibujo divino de la flor del fuego, es la mancha.
Paulo Ferraz (Brasil, 1974)
SOLO LO IMPENSABLE ES IMPOSIBLE
Déjame leer tu suerte. Apenas me
di cuenta y ya tenía la mano de
la vieja agarrada a la mía. Mano
hermosa, Vieja, menos gitana
que mendiga. fina piel,
pero esas líneas. Lo que me
dijo después se perdió
en la contaminación; mi mente
revolvió, para salvar
su quiromancia, el basurero;
después, hecho el quehacer,
descifré: La buena fortuna
de tu existen sobrepuesta
suena una sirena estridente
cia, tu singularidad
tal vez, está en tu destino
(creo que la traducción correcta
sería: tu fatalidad).
Come esta resma, come
esta resma, esta resma alimenta
tu vientre y llena los intestinos,
quizá te sea indigesta.
Será. Elige entonces cómo
saldrán de tu cuerpo las letras
escritas en cada página.
Hasta hace poco yo era mudo,
feliz y mudo, ignorante y
mudo, ¿por qué mudo mi
forma de vivir en el mundo?
Sería mejor estar quieto
en un rincón, ser uno más de esos
Carlos Aguasaco (Colombia, 1975)
NUEVA YORK
Este mundo es por definición desprecio y arrogancia.
Gesto de asco y el asco de hombres hombro a hombro
Sentados en el tren.
Mirada fija que en el punto medio se cruza sobre ti
Y en ti se disipa en un arabesco con forma de turbante.
No es este mundo tu mundo y lo es.
La ciudad está allí para ser tomada
La ciudad está allí para derrocharse
Para dar desprecio, para ser reflejo del hombre y el hombre
Para recordar que siempre, no importa dónde se mire,
El calor de un lente te abriga con la discreción obscena
De quien sin mirarte te observa.
Sería necesario matar a John Lenon y afrontar el sarcasmo
De sonreír a la cámara para que ella te denuncie
En titulares de prensa diez años continuos sin pagarte un centavo.
Reírse como un loco y apestar a dinero
Apestar como un loco y reírse del dinero.
Nueva York, no es a mí a quien saludas
Con tu antorcha encendida en el Atlántico.
Najman Darwish (Palestina, 1978)
JERUSALÉN
Si te abandono torno en piedra
si regreso a ti me torno piedra
Te llamo Medusa
Te llamo hermana mayor de Sodoma y Gomorra
tú pila bautismal que hizo arder Roma
El rumor de los asesinados sus poemas en las colinas
los rebeldes censuran a sus cronistas
mientras tanto dejo el mar y vuelvo
a ti vuelvo
por este arroyo en que corre tu desesperación
Escucho a los recitadores del Corán las mortajas los cadáveres
escucho el polvo de quienes se conduelen
aún no cumplo treinta pero me has sepultado una vez y otra
y nuevamente por tu culpa
emerjo de la tierra
permite a quienes oran por ti andarse al infierno
quienes venden souvenirs de tu dolor
aquellos que están de pie conmigo en las fotografías
Te llamo Medusa
Te llamo hermana mayor de Sodoma y Gomorra
tú pila bautismal que arde todavía
Fakhri Ratrout (Palestina, 1972)
COSAS QUE EXTRAÑO
Esta noche extraño muchas cosas:
Que sostengo el perfume que perdí
de una mujer hace mucho tiempo
Que Dios sea mi amigo
Que la tristeza no me ataque
Que sea yo en esta tarde
Que no vuelvo a pensar que soy el infierno de dios
con que castiga el mundo desobedecido
Que los locos se duermen en sus celdas en mis interiores
Que nadie se muera al fin de la noche
Que el espejo me muestre mi rostro falso
Que escucho el silbato de un grillo
Que mi cerebro no sea la cena del mundo
Que el mundo no se desnude frente de mí
Que la luna no mira sangre vertida en la noche
Que se duermen mis cortinas asustadas
Que no me muera esta tarde
Que el elefante azul no me aplaste
Que nadie me pregunte:
¿Qué es el elefante azul?
Ahmed Al-Shahawi (Egipto, 1960)
ASÍ ES MI TUMBA
هكذا قبري
Quiero ser enterrado solo.
Nadie antes, nadie después de mí.
Que me arropen en sudario de lino
Como un viejo sabio egipcio
Y que mi cara mire al cielo
Quiero llevar conmigo mis perfumes
Y mi cepillo de dientes
Y los poemas que aún no recitaba
Y los libros que no leía
Para no salir desnudo por la ciudad
Que me den papeles y lápices
Para que la tumba no me estrangule los sueños
Que asomen dos moreras sobre mi nombre
Me gustaría elegir del libro de Alá la azora “Lee”
Y la aleya: “No le hemos enseñado la poesía”
Para que las dos sean testigos
Y que escriban mi nombre en caligrafía persa
Y con caracteres árabes.
Tal como le gusta a Alá ver a un poeta como yo.
No existiría lo que prohíbe las frutas y las mujeres
Porque el paraíso puede que no está debajo de mis pies.
Fernando Cazón Vera (Ecuador, 1935)
LA VACA OBESA
La vaca obesa
no contempla la rosa
ni llora en la tormenta.
Cuando el campo madura
mira la soledad de su terreno
y en la luna distante
cree encontrar los cuernos
de su toro arcangélico.
La vaca obesa
ha de morir un día por nosotros.
Sonia Manzano (Ecuador, 1948)
LA PROMESA
Si algún día me incautan las dos manos,
si decomisan los jilgueros de mi lengua,
si allanan mi huerta de ajiceros
las bandadas de cuervos picoteantes.
Si me quiebran el vidrio de los ojos
para que acepte el cristal de las renuncias,
si me amarran a la pata del silencio
para hacerme escoriaciones en el alma:
maniatada, amordazada, desnucada,
sin ninguna otra opción en la esperanza,
le causaría moretones a la angustia,
me diera con el viento de trompadas
hasta salir con los brazos más eternos
por las abiertas costuras de la noche.
Maritza Cino Alvear (Ecuador, 1957)
INFIEL A LA SOMBRA
En aquel tiempo
me involucré con la nada
postergué las palabras
me divorcié de mi sexo.
Dios me aguardaba
en un lugar de su piel.
Oculta en su túnica,
con misticismo terreno
reescribí el evangelio.
Siomara España (Ecuador, 1976)
LA MUJER QUE AMABA A LOS HOMBRES
Amo a los hombres
dijo
seres sin perdón
sin lengua o seña
Amo la tozudez de sus banalidades indecencias
sus manos que retuercen la cordura
y arrastran los despojos de su prohibido amor hacia el abismo
los que se elogian en la noche de himeneo
mientras yacen en la garras de la duda
y en la alta maraña del deseo
erectos y violentos
arrastran al cubil de los festines su furia primorosa
mientras envuelven
como lanzas
como trenzas
sus paleolíticos dedos
en las ondas del postrero cuerpo
dijo
Pero más amo a los inteligentemente andróginos
amo sus delgadas manos de escribidor o artista
incapaces de esgrimir su propio nombre
porque sueñan ser llamados
Paris, Alejandro, Lucifer o Antonio
dijo
Amo también la voz enderezada
que cabalga la armonía de mi nombre
dijo
y me inclino cien veces como necia indescifrable
ante el más siniestro de los hombres
que con lengua inversa y reluciente
me lleve hasta el oído
ordinarias y perversas
estupideces santas que les crea