HIPÓLITO ALVARADO (Guayaquil, 1929)
Alrededor de los ojos de ella
hoy he vuelto a ver unos ojos
desde nunca siempre vistos
desde tres esquinas de tiempo de trompo
desgirando hacia atrás su propia espiral
en otros ojos más pequeños
que atisban desde adentro
la tarde de niños y de pájaros
jugando en el portal las bolas oo o oo
bajando
una
escalera
ojos vueltos en el aire para arriba
tragaluz
desde el fondo del cielo para abajo
las nubes
su cabeza el pelo
cascaditas negras en los hombros
y en el charco de agua al final de la escalera
su cabeza
mi cabeza encima de sus hombros
reflejadas contra el piso
interminable caracol de sus pies para abajo
de mis pies para arriba
sus ojos se topan disculpe
oh no mía es la culpa estaba en el cielo
contemplando unos ojos
ella apagó su sonrisa
escondió sus ojos
y se fueron de largos sus cascadas negras
remansadas en la espalda
y se acabaron para mí las gradas
hasta olvidé donde iba
sólo sentía que iba bajando lentamente en un túnel
al otro tiempo más abajo
ella desde las gradas del jol me esperaba
nos miramos un chispazo de luz
otro chispazo de más luz
y devolvió los ojos a sus amigas
conversa sonríe
habla voltea y mira
y yo espero en suspenso su mirada
descubro en silencio el fino vuelo del mensaje de sus ojosç
de sus manos y de sus dedos
de su anillo
desde entonces han volado
muchas tardes de soles abatidos
muchas noches de lunas desgastadas
cuántas cosas han pasado desde entonces
hasta lluvias y relámpagos
despistados del invierno
algunas veces la veía en el bar
o simplemente caminando
en la vereda del parque del tránsito aéreo
muy de su marido colgado del brazo
escondiendo en los repliegues de la blusa
sus tres meses de espiga para adentro
alguna vez en el parque centenario
muy de mamá inaugurando el cochecito
an gú
an gú
an gú
mírale tiene los ojitos de ella
escamitas verdes en fondo de plata marina
profundos
alegres
inquietos y hoy la he vuelto a ver
desde una noche de verano temblorosa de frío
sol escondido detrás de sus ojos
delante del cristal oscuro
mirándome
mientras habla por teléfono
hola
yo estoy detrás de esa mole con figura de hombre
sentada delante de mis ojos
número equivocado señor
sabes te amo desde la escalera de entonces
número equivocado señor
sabes
oh dios están cruzadas las líneas
te amo desde el portal de la esquina
tú parada en las gradas mirándome
qué dice
que te amo desde la esquina de siempre
nunca
imposible soy casada
olvídelo
clip
y a mí que me importa carajo
yo sólo sé que te amo y eso basta
CARLOS EDUARDO JARAMILLO (Loja, 1932)
Adiós Naranja Mecánica
La revolución del cordero sexi /profetas
beatniks teníais razón/
conjugó fábulas modos tiempo histórico
dio y encontró la onda en la que el Hijo del Hombre
anduvo
o su espíritu de nuevo está
las misas Godspel Jesucristo Super-star
o cualquiera otra
con percusión sonido electrónico
folk — esto es importante
sobre este rock levantaré mi iglesia-
y sobre todo no perder la fe
no caer en el pecado
/tampoco era válida toda la profesía
Ginsberg podrido/
marihuana sí heroína no
la personalísima comunión de los hongos
el ácido o el peyotl
la polarización del sexo
la no violencia
se va haciendo con las costumbres nuevas La Escritura
Adiós a los viejos sabios: Jesús niño
vuelve a poner en jaque a los doctores de la ley
adiós Clockwork Orange ultraviolencia
la libertad no tendrá más esa cola atávica
adiós águilas buitres adiós héroes guerreros
las generaciones bélicas pasarán al basurero de la historia.
FERNANDO CAZÓN VERA (Quito, 1935)
Memoria
Un año pasa pronto
pero un día
se queda muchos años.
El sueño
se va como un suspiro.
Cuando llueve
te recuerdo desnuda.
RODRIGO PESÁNTEZ RODAS (Azogues, 1937)
Lección de historia y geografía
La tierra es redonda,
casi, casi,
si no fuese por esos
achatamientos
en los polos.
De tal manera
que cualquiera
le puede patear
y sin remedio.
Por eso fue
que Cristóbal Colón descubrió
que sembrando pepas de calabaza
en el un hemisferio
se podían obtener buenas dictaduras militares
en el otro.
JOSÉ LUIS VILLACRECES (Riobamba, 1940)
Mi madre
Era un manantial de agua cristalina y fresca,
fue dueña de un panal con excesos de dulzura.
era la abejita obrera que en su afán conversa,
con sus flores cómplices en esencias de ternura.
Dar y enseñar fue siempre su cálido destino
por eso inválida hizo su última faena,
unió a sus hijos como en el cielo estaba escrito,
bendiciendo uno por uno…en la postrera cena.
Un Viernes Santo habló con el Señor estremecida,
le rogó por sus hijos, los pobres, los irredentos,
y por el viejo compañero motivo de su vida:
mañana estarás conmigo le dijo Nazareno.
Y cumplió el Creador lo que había prometido,
para ella la RESURRECCIÓN fue aquel día,
El acarició su rostro y besándole la frente,
le puso una diadema igual al de María.
CARLOS ROJAS (Guayaquil, 1943)
Posibilidades del placer
1
De vuelta a la rutina del placer
vienen días
objetos
a lo mejor puntos suspensivos
La vida transcurre agigantada
lenta
Ese hombre
esta mujer
aquel espacio
y yo impávido
cabalgando (tal vez) en silencio tras ellos.
2
Quizás el uso de la palabra sea lo más placentero
y solo lo descubrimos al hacerlo
o tal vez nunca.
3
Pero
y acaso el amor
esa turbia tibieza en ejercicio
ese morir
nacer
y viceversa
Y todo en algo menos que un instante.
ROSA AMELIA ALVARADO (Guayaquil, 1944)
Naufragio
Navega por mi cuerpo de agua
nauta vestido de espuma
iza tus velas
hunde tu proa
en la llameante tempestad
de mi carne
déjame mojar tu maderamen
bañar tu barca de piel quemada
suelta tus amarras
ven a danzar en mi danza
de caracola desnuda
ven a encallar tu
navío en mi puerto
ven a aplacar conmigo
la furia de todos los vientos
SONIA MANZANO (Guayaquil, 1948)
Información
Marco al uno, cero, cuatro:
pregunto si yo consto,
si yo estoy,
si yo me llamo,
si en marzo me cambian el teléfono,
si guardo relación con cualquier número,
si he pagado mi cuenta y a qué nombre.
Cuelgan.
Cuelgo.
Cualquier otra posibilidad suena ocupada.
No puedo más,
no queda más:
vuelvo a inventarme.
HERNÁN ZÚÑIGA ALBÁN (Ambato, 1948)
Vatares del vate
Se edifica mísero con su estro
y sabe que esa riqueza no es de este mundo.
Conoce su híbrido lagrimeo
de sentidos vinagres y almíbar
de acolites poéticos con la yunta
siempre a punto de abortar la metáfora.
Se consagra el mismo
con el premio de vivir
y se corona con su rama de almendro
en las sienes cenizas.
Hace lámpara ante el prójimo
que le pregunta a gritos :
¿qué eres loco? o ¿eres el diablo?
Y la suerte
que ha nacido aquí cansada
con su enorme baba sedante
remoja lasciva los huesudos torsos
de los profetas juglares del hormigón.
Su jean raído se para solito
ante el resplandor apocalíptico
de la lluvia ácida.
IBSEN MANZANO (Guayaquil, 1951)
Los Dioses
juegan al póker
sobre el pecho
de una vieja moribunda,
los astros
desafían a los Dioses
cambiando las órbitas dictadas,
los mortales
criamos cuervos y otras aves de rapiña;
pero lo cierto
es que no existe forma alguna
para que todos
nos pongamos de acuerdo.
EDUARDO MORÁN NÚÑEZ (Guayaquil, 1957)
El fantasma
El día se despeñará si remedio
en la quebrada caliginosa,
deja ya de sujetarlo inútilmente con tu bastón de ébano.
El aire es un mugido
cargado con olores extraños.
Voy a salir.
Búscame el sobretodo
de palabras absurdas.
Pónme en el cuello
la bufanda que cosiste
con hilos de escarcha.
Afuera la luna estornuda
igual que un perrillo constipado.
Abre el balcón y hazla entrar.
Después,
le das a los zapatos un lustre
como el esplendor de la mañana.
Y cuando me haya ido
baja al comedor,
alguien habrá dispuesto la mesa
y cierta frescura de hojas,
aunque
hoy no comeremos la apostólica merienda.
Es tarde.
Pero no saques el automóvil.
Voy a caminar.
Llama al aguacero por teléfono.
Y no vayas a esperarme inútilmente toda la noche.
Duérmete, viejo fantasma.
Que únicamente cruzaré un suburbio
maloliente,
y un muladar degenerado.
MARITZA CINO ALVEAR (Guayaquil, 1957)
La palabra fue el terror
de mis ancestros.
Fundaron
la tiranía de un dialecto
Invicta
a la desproporción del miedo.
Soy la única
infiel a la razón.
GALO GUERRERO JIMÉNEZ (Catamayo, 1959)
Esperando a alguien
Desde la profunda oquedad del tiempo
me consumen tus noches de miel
en cada estación de la vida.
DANIEL CALERO SOLÍS (Guayaquil, 1962)
Cráneo resquebrajado
Siempre sueño
con bisturíes enterrándose
en mi cerebro
y los versos desparramarse
entre aturdidos dedos.
Siempre temo
mutilaciones de pensamientos
temo olvidar
todos mis secretos.
Yo creo
abandonar con lento paso
este paraje pequeño
salpicado de acusaciones
romper el alífero tiempo.
Sobre mi cráneo resquebrajado
caerá el látigo en silencio
después un laberinto habrá
donde hubo tanto misterio.
RAMIRO CAIZA (Machachi, 1963)
La palabra
se ahoga constante en la frente
corroe inasible la despedida
levanta polvaredas grises
que envuelven a los ojos taciturnos
golpea
el clamor de una jaula abandonada
un grillete que estalla en la
oscuridad centellas baten desesperadas
sus alas ensimismadas
desesperante
aquí yace el desafío hecho palabra
el canto con sus ojeras negras
al filo del tiempo irremediable
constante pero lejano que se va
en la noche
baratijas cruzadas en los caminos
se prenden ponzoñosas para lucir
fantasiosamente el bienestar inefable
pobre en el límite de la hoguera
que se extingue.
RODOLFO SALAZAR LEDESMA (Guayaquil, 1968)
Las ciudades tienen muchos marginales, no solo en los arrabales.
-En algunos solares viven artistas populares, con don de gente y saber de intelectuales-. No son necesariamente quienes están en portales de iglesias, catedrales o vendedores informales que golpean los municipales. Pensiones, moteles, burdeles, proliferan en la perimetral, ese gran brazo que como abrazo estrangula a la ciudad.
Brinda con vaso de cristal el trago la canción de J.J. un siniestro personaje, vacíos algunos dientes, raído pero en traje, el Diablo y el ultraje son noticia a diario.
Pero en el sitio también habita Madre Coraje, un son de la Sonora suena ahora, la señora asemeja aun vieja con su alegría y donaire a una reina negra que se alista para el baile, llevando en una mano un balde
y en la otra una princesa la sujeta.
Caminan sobre algo que parece asfalto, a 100 metros en una buseta un asalto, la ley del más fuerte, una partida de dados a la cual parece no hay como ponerle reparos, hacinados nacen, mueren y a cada paso el chulco, el chulo, la rabia, la cara agria, como una gran herida, que uno que otro a pulso de esfuerzo, alegría y cordura en ocasiones logra cerrar la sutura.
La basura de otros, los chamberos recogen con sus caretillas, en flojas camisetas -debajo de las cuales pura piel y costillas-.
Recorren la ciudad con sus hijos, rodando como en montaña rusa, como un ciempiés a lomo de una rata. Su ruta una fruta ya mascada. Ojos, mirada. Nos están viendo. Los estamos olvidando y dando la espalda.
La mujer chambero también existe, y también es triste, siempre de pantalón, nunca un vestido o falda y a su oído jamás un alago.
Quizá sus sueños sean de un rojo intenso, su corazón algo de piedra,
pero igual inmenso.
El bien y el mal, la usura es otra basura y no es percibida como tal,
junto a todo lo que nos apura: lujos y demás embrujos.